La senda del hipopotamo, de Félix Morales Hidalgo [RESEÑA LITERARIA]

La senda del hipopótamo, de Félix Morales Hidalgo [RESEÑA LITERARIA]

¿Sabéis ese tipo de persona que, pese a ser un desastre, acaba siendo bendecido por la suerte? ¿Y de los que incluso con ello, por sus malísimas decisiones, terminan acabando con todo lo que tienen a su alrededor?

Pues en esa línea se encuentra Godoberto Estípula, el protagonista de La Senda del Hipopótamo, la primera novela de Félix Morales Hidalgo, amigo y lector de este blog.

Conocí a Félix tras entrar en contacto con los miembros del colectivo Sevilla Escribe, y su relato “Cuando nadie muera realmente”, para la antología zombi “Para mi tu carne”, me hizo pasar grandes momentos.

Ahora, y sin dejar de lado sus otras actividades profesionales, nos trae una historia que los amantes de las etiquetas encontrarán muy difícil de catalogar.

La historia de La Senda del Hipopótamo nos cuenta las peripecias de Godoberto Estipula, un tipo realmente repugnante que disfruta comiendo como un cerdo y tocándose los huevecillos la mayor parte del día mientras se pone a tono con porros y cubatas.

Bajo el ala protectora de su madre, Godoberto es una de esas almas sin rumbo que no aportan nada a la vida de nadie y que podemos considerar auténticos parásitos. En la obra, el autor se encarga de hacer que le cojamos un poco de asco para que, después de presentarnos el mundo en el que se mueve y los personajes que lo acompañaran en la mayoría de la historia, acabemos apiadándonos un poco de él pese a su comportamiento vil y ruin.

El punto de inflexión de la historia, tiene lugar cuando la madre de Godoberto muere y nuestro “querido” protagonista se da cuenta de lo solo que se encuentra. Si bien, en un principio se alegra de poder disfrutar el solo de una enorme herencia, se dará cuenta de que nadie lo soporta, o al menos, eso creía él, ya que sorprendentemente, una entidad sobrenatural con forma de hipopótamo, se convertirá en una especie de guía espiritual para él.

En un momento de crisis personal, acabará cruzándose con un viejo amigo que, por una serie de circunstancias, lo introducirá en una especie de guerra de bandas que tiene lugar entre dos clanes que habitan en Ciudad Lejana, su localidad de residencia.

Félix Morales Hidalgo, autor de La senda del hipopótamo
Félix Morales Hidalgo habrá disfrutado de lo lindo escribiendo está novela, y eso se nota en el resultado

El conflicto con estas dos especies de sectas o grupúsculos, los Scavengers y los Hombres Rojos, las ansias por mejorar en la vida (empezando por sacarse el carné de conducir), de encontrar el amor o de conocer un poco más de sus origienes por parte de Godoberto, nos irá llevando a través de una historia rocambolesca en la que, las incógnitas, misterios y las ganas de aclarar los motivos por los que ocurren ciertos sucesos, nos irán invitando a pasar página tras página, algo que, sinceramente, no es fácil de conseguir.

En “La Senda del Hipopótamo”, nos encontramos con un autor diferente y sin complejos. Un autor que es capaz de conectar rápidamente con un publico muy concreto (en el que me encuentro) y de presentar en pocas páginas todo un mundo en el que sus personajes campan a sus anchas sin apenas referencias al mundo real. Así pues, las aventuras y desventuras de Godoberto, pese a ser un tío tan despreciable, consiguen que empaticemos con él en momentos íntimos en los que se muestra humano y vulnerable, y que lo rechacemos nuevamente cuando saca a relucir su lado más sádico y miserable, algo real cómo la vida misma y que nos ofrece la posibilidad de explorar a un personaje repleto de matices y que se enfrenta a todo tipo de circunstancias extrañas.

En cuanto a la narrativa, el autor de La Senda del Hipopótamo controla prácticamente todos los recursos que un escritor tiene a su alcance y en la novela nos encontramos con flashbacks, ingeniosas conversaciones, recuerdos, persecuciones, momentos de terror, violencia, criaturas mitológicas y sexo, convirtiendo el relato en una autentica montaña rusa en la que se nos va llevando de un lado a otro de la historia con un lenguaje que cambia de culto a descarado de forma muy natural a la vez que consigue que esbocemos inesperadas sonrisas.

Ciertamente, me he encontrado ante una novela diferente y única, una rara avis que me ha gustado en casi su total mayoría pese a la locura que nos muestra, pero que contiene un final que, al menos para mí, me ha resultado bastante insatisfactorio.

Portada de La senda del hipopótamoComo lector medio, y sin afición a grandes autores ni florituras extravagantes, tengo la debilidad de esperar que la mayoría de cabos acaben atados al final de una
historia, y como digo, el final que me he encontrado en esta obra de Félix Morales Hidalgo, no cuenta con mi beneplácito en este aspecto, dejándome un sabor agridulce sobre las aventuras de Godoberto, sus origenes y las razones de los personajes para interactuar con él de la forma en la que lo hacen (digamos… que pese a ser un tipo despreciable, hay quienes encuentran en él algo único y muy especial).

Pese a eso, y con la duda de que no sea algo intencionado por parte del autor en su afán por llevarnos por un guion repleto de sorpresas y altibajos, no puedo decir que La Senda del Hipopótamo me haya desagradado.

Con sus idas de ollas, sus personajes únicos e irrepetibles (llamar a una chica Inmaenculada para luego dotarla de ciertas “características especiales” dentro de su mundo de seres fantásticos es delirante), sus referencias a otros relatos (en esta novela he vuelto a encontrarme con Valdezampoñas, el pueblo del relato que el autor incluía en “Para Mi tu carne”), su vocabulario cercano y las demostraciones constantes de que este ha sido un proyecto escrito para disfrute del autor y el lector, no puedo más que recomendar esta obra a lectores con la mente abierta y dispuestos a echarse unas risas con un relato de corte humorístico y bastante mala leche.

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