Entrevista a Valérie Massadian, directora de Nana

Entrevista a Valérie Massadian, directora de Nana
La semana pasada estuvimos en el visionado de la película NANA en La Cineteca de Madrid. Posteriormente tuvimos la ocasión de poder mantener un corto coloquio con su directora, Valérie Massadian.
NANA es un cuento mágico y a la vez cruel sobre la soledad de una niña que vive en un ambiente hostil.
NANA ha cosechado un gran éxito por los diferentes festivales que ha pasado, en el de Locarno recibió el premio a la mejor Ópera Prima, y a finales del año pasado en Madrid tuvimos ocasión de verla en el film en el Festival 4+1 donde también tuvo una buena acogida.
¿Cómo nace la idea para concebir esta película?
Valérie: El deseo de filmar en mi pueblo, el deseo de filmar a una niña en plena naturaleza rodeada de animales, acompañada de otros niños y de ancianos. Me gustaba la idea de juntarme y trabajar con una niña.
Entrevista a Valérie Massadian, directora de Nana
Kelyna Lecomte, la pequeña protagonista del film tiene tan sólo 4 años ¿Cómo has hecho para Kelyna no sienta la presencia de la cámara?.
Yo creo que la niña está totalmente consciente de que la cámara está ahí, de que se encuentra en el set de rodaje. Conviví con Kelyna durante 4 meses antes del rodaje y para ella hacer una película era pasar tiempo conmigo, y pasar tiempo conmigo significaba para ella que había una cámara, que podía ser una cámara de fotos o bien una cámara de móvil, pero que el instrumento con lo que se filmaba era una extensión de mi mano. La persona que está siendo filmada creo que es siempre consciente de la presencia de la cámara. Lo que existe a la hora de grabar con la cámara es el poder de la seducción del intérprete. El único momento en el rodaje donde Kelyna, se olvida completamente de la presencia de la cámara es cuando ella se viste, porque esto lo habíamos trabajado 4 meses atrás, y no lo conseguía, incluso me había tirado las botas a la cara. En este caso ella está totalmente concentrada en el hecho de vestirse, que requiere un esfuerzo cada día, así que se olvidó totalmente de lo que había alrededor de ella.
En referencia a la contestación anterior, ¿Qué cantidad de metraje de la película tuvo que desechar finalmente?
Tuve que desechar 60 horas. Esta película se concibe en el montaje, hasta ese momento no sabía cuándo se establecería el final del film. Sabía lo que quería, pero no sabía lo que iba a pasar mientras la rodaba. Lo que sí tenía claro eran los lugares, ubicaciones y la escena con el cerdo. 
Entrevista a Valérie Massadian, directora de Nana
Algunos de los recursos que utiliza para transmitir esa rabia que hay de fondo en el film deben de estar muy meditados. ¿Podría hablarnos acerca de ellos?.
Es muy acertado lo de la rabia. Sí que existe un enfrentamiento, es una última cosa del proceso, pero no es una cosa pensada de antes. Nunca quisé de ninguna manera, imponer una cosa o cualquier cosa a una niña de cuatro años. En la etapa del rodaje y del montaje también para mi lo más importante era trabajar de manera instintiva e intuitiva y creo que llegamos a eso en la película porque yo lo plantee de esta manera. Igualmente con el sonido necesitaba trabajar, algo muy físico.
¿Cómo ha mezclado el naturalismo semidocumental con la idea de una fauna?.
No entiendo la diferencia entre documental o no documental. Para mí el documental es algo que muestra cosas horribles y feas, y que pertenece al ámbito de la televisión. A partir del momento en el que mostramos rostros, trozos de vida ya entramos en lo es para mí el cine. Cuando no es algo informativo, es una película. Para mi lo más importante es perderme cuando estoy trabajando, cada vez que me pierdo, siento que me acerco más a algo interesante. La dirección que me interesa seguir es la del cine que está tocando y acariando la vida, y la vida tiene que entrar en el cine.

«Nana» se estrena hoy 19 de abril en España.

Todos los cuentos infantiles son crueles y mágicos: la cabaña, el bosque misterioso, el lobo feroz… Nana también lo es. Una niña de cuatro años en un entorno rural que se desintegra, como una caperucita enfrentada a los peligros y maravillas del mundo. Vemos algo que tal vez nunca habíamos visto antes: el modo en que una niña se adueña de su mundo. La cámara siempre está con Nana y su soledad, con su inteligencia y su carácter, con su fantasía y su autosuficiencia. Bajo la mirada de la fotógrafa Valerie Massadian –en uno de los debuts más sorprendentes de los últimos años–, despertamos a los encantamientos y las angustias inefables de la niñez, que se resuelven además en la disolución de todo tipo de fronteras: ¿documental o ficción?, ¿sagrado o profano?, ¿moderno o ancestral?… La libertad de espíritu y de concepción que alimenta a Nana parece estar hecha de la misma materia, la misma mágica despreocupación, que determina el paraíso perdido de la infancia.

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